Los jardines orientales empiezan a surgir en China y Corea, casi al mismo tiempo que los jardines Islámicos, en los primeros siglos de nuestra era. Irán evolucionando en el tiempo e influirán de forma directa en el mundo japonés.

 

En los jardines orientales, salvo raras excepciones como el jardín zen japonés, huirán de las formas geométricas y se lanza a las formas curvas e irregulares.

Esto es visible desde sus famosos puentes curvos que tanto fascinaron a los impresionistas, a los arroyos serpenteantes y con orillas pedregosas, cascadas naturalizadas, grandes lagos de bordes inciertos… Sólo la arquitectura será regular creando una contradicción dinámica entre lo natural y lo artificial, entre el yin y el yang.